“La OMS es la última organización a la que confiaría el cuidado de la salud de mis hijos”

El grado de incompetencia, irresponsabilidad, falta de profesionalismo y conflictos de intereses al que ha llegado la entidad sanitaria mundial es tan grande, que exige su exterminio político, advirtió el investigador irlandés David Thunder, en una entrevista con La Prensa. Instó, además, a rechazar las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional y el Tratado de Pandemias, impulsados por la OMS para alzarse con un poder internacional sin precedentes.

El razonamiento es sencillo de comprender: mediante las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional (RSI) y un nuevo “Tratado de Pandemias”, la Organización Mundial de la Salud (OMS) busca concentrar poderes con el objetivo de prevenir y manejar futuras “emergencias de salud”. ¿Qué hay de malo en eso? En apariencia, nada. Salvo que el mismo órgano que sería empoderado por una emergencia -la OMS- tiene la tarea de definir y declarar la emergencia. “Eso es un conflicto de intereses porque, cuando la OMS declare una emergencia, sabrá que se van a activar para ella un montón de poderes -también financieros-, incluyendo la regulación y aprobación de medicamentos de emergencia, vacunas de emergencia, la redistribución de productos médicos, relocación de productos a nivel internacional, lo cual implica muchos intereses económicos y el poder de dirigir a los países en sus respuestas a la emergencia”, subrayó en una entrevista con La Prensa el doctor David Thunder, investigador en filosofía política irlandés, quien en la actualidad reside y trabaja en España. “Es muy bobo y muy ingenuo pensar que dándoles muchísimo poder a pocas personas no van a abusar de ese poder en algún punto”, añadió. 


Dado el grado de incompetencia e irresponsabilidad que ha mostrado la OMS en los últimos años, Thunder se suma a las crecientes voces que abogan por la eliminación de esta entidad sanitaria e instan a los países no sólo a rechazar explícitamente las enmiendas al RSI sino también a salir de este organismo, bajo las consignas #StopTheWHO (freno a la OMS) o #ExitTheWHO (salgamos de la OMS). “Cualquier reconocimiento público de esta organización legitima un ataque a los intereses y el bienestar de los ciudadanos”, enfatizó.
– La denominada pandemia de covid es la excusa utilizada por la OMS para impulsar agresivamente las enmiendas al RSI y el Tratado de Pandemias…
– Sí. La retórica que promueve estos cambios desde la OMS se enfoca mucho en el riesgo de una nueva pandemia. Y esa retórica la he escuchado sobre todo a partir de la pandemia de covid. Tal como yo lo entiendo, la pandemia fue un pretexto muy valioso para vender este incremento de poder institucional de parte de la OMS.


– Uno de los argumentos que esgrimen quienes defienden estas enmiendas al RSI es que en realidad no eliminarán la soberanía de los gobiernos nacionales. ¿Esto es realmente así?
– Es una pista falsa… Es decir, es una constancia bastante irrelevante al debate porque el debate no es sobre si los países realmente conservan una soberanía jurídica. Cualquier tratado que yo firmo como nación, técnicamente no es una renuncia de mi soberanía. Si firmo el tratado, en principio, en el futuro podría retirarme del tratado y es un acto voluntario de la nación. La preocupación de los críticos -como yo- de esta reforma no tiene mucho que ver con la soberanía jurídica, tiene que ver con la libertad práctica o real de los parlamentos y de los ciudadanos, que es distinto. Porque una vez que un país se vincula a este acuerdo, el parlamento -bajo ese acuerdo- no tiene el poder de contradecir a la OMS en sus regulaciones y los ciudadanos tienen mucho menos poder para cambiar las reglas del juego. Bajo este acuerdo los actores que tienen más peso van a ser el presidente y, sobre todo, el ministerio de salud de cada nación y la comisión de expertos de la misma OMS, que estaría arbitrando temas de salud para todos los países. Por lo tanto, en la práctica se genera una burocracia, una burocratización de la salud a nivel internacional, que -por supuesto- quita protagonismo al ciudadano pero también al parlamento, que está legalmente vinculado por el tratado. Aclaro que han hecho dos propuestas paralelas -no sé muy bien por qué-: una es un nuevo “tratado de pandemias” y otro es un paquete de enmiendas al RSI.


– ¿El tratado pandémico es el “plan b”, en caso de que las enmiendas no sean aprobadas, para contar con el instrumento que les permita instalar una gobernanza mundial?
– No lo veo así, porque es más difícil pasar el tratado que las enmiendas. Si no logran pasar las enmiendas, dudo que logren pasar el tratado. Las enmiendas no requieren un asentimiento formal para ser aprobadas, sino que por defecto se consideran aceptadas si una nación o su representante -el presidente, primer ministro, ministro de salud- no lo rechaza explícitamente. Es decir, que el silencio es consentimiento en este caso. 
Mientras que en un tratado nuevo no basta el silencio, cada nación tiene que consentir formalmente a ese tratado y es más fácil que llegue al nivel de un debate parlamentario. Las enmiendas son una movida que puede manejarse a nivel más burocrático y no tienen por qué llegar a un debate nacional. Esto es muy importante. Lo han hecho por eso, así es más fácil pasarlo.
– ¿Qué posibilidades reales tienen los Estados de oponerse a estas enmiendas? ¿Hay obstáculos para hacerlo?
– Primero hay que hablar de los actores de la sociedad civil, distinguirla del Estado. Es decir, los ciudadanos, los grupos de lobby, los grupos que quieren oponerse en la sociedad. Hay un obstáculo muy importante para esos grupos y ese obstáculo es que, en principio, este tratado pandémico y el RSI es un asunto exterior, es un asunto de relaciones internacionales del país. Siempre ante un asunto internacional, que compete a un departamento más especializado, es más difícil generar un debate a nivel doméstico y tener influencia o incidencia desde la ciudadanía. Los que realmente deciden pueden ser muy pocos actores y no se requiere necesariamente una votación en el parlamento. Puede ser que, en algún país, por alguna peculiaridad, sí requieran un voto parlamentario para estas enmiendas, pero lo típico es que no. Por eso, no hay tanto acceso al proceso de parte de los ciudadanos. Para un Estado con buen liderazgo es sólo una cuestión de mandar una carta a la OMS y se sale de las enmiendas. Es fácil en el sentido que, si tienes un líder político de muy alto nivel, dispuesto, puede salirse. Otra cosa es que ese líder a lo mejor sufra distintas presiones internacionales para que no lo haga.


– ¿Cuáles son las potenciales presiones a las que se enfrenta el Estado que se oponga a las enmiendas al RSI o al tratado?
– Se llama “poder blando” porque no está siempre declarado y muchas veces es implícito. La verdad que es difícil precisar las consecuencias de salirse del tratado o las enmiendas porque llegaría a través de mensajes más sutiles y probablemente no necesariamente mensajes públicos. Por ejemplo, podría ser en temas de finanzas internacionales o de deuda nacional… depende quiénes sean los aliados de la OMS y de la ONU, que podrían llevar presión a un país. Y cuanto más pobre y menos desarrollado el país, más vulnerable es. Estados Unidos dice que no y se sale feliz. No tiene muchas consecuencias para Estados Unidos salirse de ese tratado.
– ¿Qué grado de conciencia hay de los peligros que tienen estas enmiendas y el tratado pandémico en la dirigencia política y en la población en general?
– Visto lo que he visto, diría que el grado de conciencia es bastante bajo. He visto muy poco debate público sobre estas enmiendas. Apenas han llegado a los medios europeos. Creo que han logrado algún debate parlamentario en Reino Unido, pero luego de mucha presión y peticiones para lograrlo. A nivel general, sin duda está clarísimo que el grado de conciencia pública y de los representantes es muy bajo. Solo hay que ver los medios de comunicación para darse cuenta.


– ¿Cuáles considera que son los fines últimos de estos instrumentos de la OMS? ¿Qué implicancias tienen para la vida cotidiana de los ciudadanos?
– Hay fines manifiestos, que son explícitos y declarados, y luego hay fines que son políticos y no declarados. Los fines declarados son: mejorar la salud de todos y reducir los daños de otra futura pandemia. Voy a asumir que hay buenismo en esto y que, de alguna forma, quieren mejorar la salud de la gente. Se puede decir que junto con esa ideología buenista -en el mejor de los casos, si van en serio con esta idea de que quieren mejorar la salud-, los medios que han escogido para ese fin son muy problemáticos e implican una enorme concentración de poder regulatorio en las manos de una institución pública no solo en materia de salud sino además sobre temas que no tienen mucho que ver con la salud. Porque bajo las nuevas enmiendas dicen que también pueden tomar en cuenta efectos indirectos sobre la salud, entonces abarca otros ámbitos de vida que “podrían impactar” la salud de la gente. La economía, por ejemplo. 
– Inclusive el modo de cultivo o la alimentación de un país…
– Sí. Y, aunque son poderes para prevenir y manejar “emergencias de salud”, la definición de una emergencia de salud depende de la misma OMS. Es decir que el mismo órgano que sería empoderado por una emergencia tiene la tarea de definir la emergencia y declarar una emergencia. Eso es un conflicto de intereses porque, cuando la OMS declare una emergencia, sabrá que se van a activar para ella un montón de poderes -también financieros-, incluyendo la regulación y aprobación de medicamentos de emergencia, vacunas de emergencia, la redistribución de productos médicos, relocación de productos a nivel internacional, lo cual implica muchos intereses económicos y el poder de dirigir a los países en sus respuestas a la emergencia. Esto está explícito en la enmienda: que la OMS sería la “autoridad de dirección y coordinación” en el caso de una emergencia internacional de salud pública. Pero es muy bobo y muy ingenuo pensar que dándoles muchísimo poder a pocas personas no van a abusar de ese poder en algún punto. Y, de la misma manera, si muy pocas personas piden un poder enorme y desmedido, está claro que van a servir a sus propios intereses con ese poder, da igual lo que declaren. Pueden declarar que quieren salvar a la humanidad, pero si hay millones y millones de euros o dólares en juego y un control sobre los demás muy fuerte, la libido dominandi, el deseo de dominar y de tener poder sobre los demás, va a entrar en vigor. Si no entra en vigor en un caso porque hay un santo, pues le tocará a la siguiente persona que ocupe ese rol. Es muy muy ingenuo pensar que esto es solo buenismo. 
Lo otro que es importante, es que hablo de una concentración de poder, pero también con la complicidad de las naciones que firman ese tratado o aceptan esas enmiendas al RSI. La OMS no puede funcionar a solas, tiene mucho apoyo de parte de los gobiernos del mundo y esos gobiernos -de alguna forma- salen ganando o les gusta la idea de brindarle más poder a la OMS porque también implica más poder para las comisiones de expertos nacionales y menos democracia, junto con una menor responsabilidad. Ya que así pueden decir :“No es nuestra culpa, la OMS recomienda barbijos para todos y confinamiento, vacunas”… Es una centralización de responsabilidad, que constituye un ataque a la democracia representativa, que tiene que responder al pueblo por sus acciones. Ahora van a responder no al pueblo sino a la OMS. Ese es un cambio drástico.


– ¿Qué deberían saber los ciudadanos sobre la OMS y su director, Tedros Adhanom Ghebreyesus?
– Si quieres conocer un animal, puedes observar su conducta y ver qué historia real tiene, qué ha hecho. Si uno ve que tiene una historia criminal, eso dice mucho y es poco probable que vaya a ser un santito si ya ha tenido las manos en la masa en muchos problemas y crímenes. Aquí no voy a hablar de crímenes de la OMS, pero sí voy a hablar de una forma de delincuencia en sus deberes como guardián de la salud internacional. La OMS es la última organización a la que confiaría el cuidado de la salud de mis hijos o de cualquier persona que valoro. Porque se han mostrado ineptos, incompetentes y no profesionales en su respuesta a problemas de salud. Daré un par de ejemplos: una las personas más importante de la OMS alabó públicamente la respuesta china a la pandemia, que fue una respuesta inhumana, deshumanizante y, en último término, fracasada, porque no lograron parar los contagios. Para la OMS la respuesta de China fue fantástica. Esa alabanza ayudó a consolidar un apoyo internacional para ese método tan nefasto de controlar pandemias, que es como coartar las libertades de la gente. Todas esas medidas que se tomaron se están desmontando empíricamente, demostrando que han sido un desastre como respuesta. Y la OMS es cómplice en esa respuesta internacional.
Otro ejemplo, las vacunas. La OMS hasta muy recientemente, hasta hace un mes atrás, en su página web sigue diciendo que las vacunas ARNm son seguras, sin matizar. Esto es una mentira. Antes, cuando recién salieron, podíamos hablar de una confusión, en el mejor de los casos. Pero un persona profesional y conocedora de la medicina y de los riesgos médicos no podía decir que eran seguras cuando salieron porque no tenían suficientes ensayos para atestiguar su seguridad. Ahora ya tenemos evidencia confirmada de que estas vacunas están asociadas con inflamación cardíaca o miocarditis, entre muchos otros efectos. Y, aunque la cantidad de afectados en términos absolutos quizás no es tan enorme, cuando se las compara con otras vacunas sí son considerables los porcentajes de personas que sufrieron efectos adversos.


– Por muchas menos muertes y víctimas de efectos adversos se han retirado del mercado otras vacunas…
-Exacto. La OMS tiene sus manos manchadas por las muertes que produjeron estas vacunas. Es una confusión que me cuesta mucho entender. ¿Cómo puede haber en un profesional que se dedica a estos temas semejante confusión? En este punto del debate, cuando ya hay muchas evidencias, es muy difícil entenderlo y no se puede calificar en absoluto de confusión. Es una mentira que aporta a la muerte de personas que confían en los consejos de la OMS y que piensan “si la OMS dice que la vacuna es segura, yo me la voy a dar”. Esa persona está mal aconsejada y ha tomado un riesgo sin conocer cuál es ese riesgo porque la OMS le ha asegurado que es seguro.
En cuanto a los barbijos, nunca hemos tenido evidencias fuertes para sostener que nos protegen del virus. Un estudio muy grande de Cochrane Institute -que hace una revisión comprensiva de todos los estudios aleatorios controlados- concluye que no sabemos -aún hoy- si el barbijo funciona y no tenemos buena evidencia de que funcione.
¿Qué ha hecho la OMS ante este total vacío de evidencia? Ha insistido, una y otra vez, en sus ruedas de prensa y en su página web en que los barbijos son un método eficaz para protegerse de virus de enfermedades respiratorias. Pero esto no está respaldado.


– Muchos creen que la OMS es un organismo independiente, desconocen que en realidad está financiado no solo por distintas naciones sino también por entidades privadas. ¿Quiénes se encuentran entre sus principales aportantes?
– Bill Gates es uno de los mayores donantes de la OMS y sus donaciones anuales superan las de muchos gobiernos. ¿Esto qué quiere decir? Primero hay que tener en cuenta que Gates es un empresario, segundo que tiene inversiones en la industria farmacéutica -incluyendo las vacunas-. Esto significa que la OMS recibe fondos de un individuo que se beneficia del éxito económico de las vacunas. Si crecen las ventas de las vacunas, él se beneficia personalmente y entonces es muy obvio que hay un conflicto de intereses. Un ex funcionario de la OMS, David Bell, dijo que a lo largo de estos 20 años se percibe adentro de la OMS un giro de políticas. Porque antes recibían fondos de los gobiernos, pero conforme empezaron a depender más de donantes privados, se percibió que comenzaron a canalizar sus políticas a través de esos donantes y que esos donantes mandaban en cómo se gastaba su dinero. Esto es puro sentido común. El donante no querrá que gastes el dinero en su contra sino para favorecer sus intereses. 
– ¿Teniendo en cuenta que la OMS se convirtió en esta entidad repleta de conflictos de intereses, poco creíble, poco profesional, realmente se justifica que los Estados sigan perteneciendo a ella o convendría salir de esta entidad?
– Si me hubieras preguntado eso hace cinco o seis años, a lo mejor habría dicho que por ahí debíamos aguantar, intentar influir, intentar mejorar las políticas, pero como ha llegado a un punto de incompetencia y de irresponsabilidad tal, cualquier reconocimiento público de esa organización legitima un ataque a los intereses y el bienestar de los ciudadanos.
Uno de los mayores problemas de nuestro mundo es la misma OMS. Ya con los virus y las pandemias tenemos problemas suficientes, pero si entra un actor que pretende defender los intereses de salud y daña sistemáticamente esos intereses de salud, a ese actor hay que eliminarlo. No me refiero a una acción militar, sino a una acción política. Y una acción importante es salir directamente de la OMS y retirar cualquier financiación.


 
9 RAZONES PARA FRENAR LAS ENMIENDAS
En su cuenta de Substack, titulada “The freedom blog” (El blog de la libertad) Thunder enumera y resume nueve razones para rechazar las enmiendas propuestas al Reglamento Sanitario Internacional, que aún se están negociando y que la OMS pretende que estén finalizadas en mayo de 2024 (se considerarán plenamente ratificadas diez meses después, a menos que los jefes de Estado las rechacen explícitamente entretanto). Las citamos a continuación: 
1.Las enmiendas propuestas al RSI subordinan las autoridades estatales a la OMS como “autoridad de orientación y coordinación” durante una emergencia de salud pública internacional. Pero la OMS es la última organización a la que deberíamos ceder el poder sobre las emergencias sanitarias internacionales. Se trata de una organización que ya ha mostrado sus colores regresivos, inhumanos y anticientíficos durante y después de la pandemia de covid, incluyendo no advertir a los ciudadanos sobre lo incompleto de los datos de seguridad de las vacunas de ARNm, recomendando obstinadamente el usode barbijos comunitario con pruebas científicas muy limitadas, elogiando calurosamente los crueles y draconianos confinamientos de China, y apoyando con entusiasmo un régimen de biovigilancia global, siguiendo el modelo del Certificado Digital Covid de la Unión Europea.
2. En las enmiendas propuestas, una importante cláusula que exige que la aplicación de la normativa se haga “con pleno respeto de la dignidad, los derechos humanos y las libertades fundamentales de las personas”, va a ser sustituida por un compromiso de “equidad” e inclusividad”. Esto es sencillamente perverso. Es inconcebible que una persona responsable pretenda eliminar el lenguaje de la dignidad, los derechos humanos y las libertades fundamentales de un tratado internacional.
3. En virtud de estas enmiendas, el Director General de la OMS puede designar un acontecimiento como “susceptible de convertirse en una emergencia de salud pública de importancia internacional”. La OMS tiene la capacidad de poner en marcha unilateralmente sus propios poderes de emergencia. Obviamente, la OMS tiene un interés material en declarar una emergencia de salud pública que active su poder e influencia sobre la comunidad internacional, por lo que estamos inclinando fuertemente la balanza a favor de la activación de los protocolos internacionales de emergencia.
4. La introducción del concepto de emergencia de salud pública “potencial”, junto con la idea de “todos los riesgos que puedan afectar a la salud pública”, da a la OMS un margen de maniobra mucho más amplio para poner en marcha protocolos y directivas de emergencia.
5. Según las enmiendas propuestas, se podrá exigir a los viajeros que presenten “documentos que contengan información… sobre una prueba de laboratorio para detectar un agente patógeno y/o información sobre la vacunación contra una enfermedad”. Esto consagra legalmente un régimen de biovigilancia global, similar al régimen de biovigilancia discriminatorio y coercitivo que vimos en Europa.
6. La OMS jugaría un papel fundamental en el desarrollo de “planes de asignación de productos sanitarios” a nivel mundial. Así que una organización financiada por donantes privados con intereses creados en productos Pharma, como Bill Gates, supervisará la distribución de productos Pharma. Figúrese…
7. Tanto la OMS como los Estados vinculados por el RSI “colaborarán” para “contrarrestar la difusión de información falsa y poco fiable sobre eventos de salud pública, medidas preventivas y antiepidémicas y actividades en los medios de comunicación…”. Esto consagraría de hecho un régimen de censura global en el derecho internacional. Ya hemos vivido bajo un régimen de censura internacional dirigido por la OMS: las opiniones diferentes a la postura “oficial” de la OMS sobre los orígenes de los laboratorios, los riesgos de las vacunas, los barbijos, etc. se eliminaban de las búsquedas de Google, Youtube, Twitter, etc. Podemos esperar aún más de esto bajo el RSI revisado. Esta es la antítesis de la investigación científica abierta y transparente.
8. El Reglamento Sanitario Internacional revisado haría que las respuestas internacionales de salud pública dependieran servilmente de las directrices de la OMS, desalentando respuestas disidentes como la de Suecia durante la pandemia de covid. La diversificación/experimentación de políticas, esencial para un sistema sanitario sólido, quedaría aplastada por una respuesta altamente centralizada a las emergencias sanitarias.
9. La OMS ya está plagada de conflictos de intereses internos, ya que depende de donantes privados como la Fundación Gates, con intereses financieros en el éxito de productos farmacéuticos específicos, incluidas las vacunas. Estos conflictos de intereses descalifican a la OMS como organización apta para coordinar imparcialmente una respuesta internacional a una pandemia. Cuanto más poder demos a la OMS, más exacerbaremos estos conflictos de intereses.
“A menudo se señala que las enmiendas al Reglamento Sanitario Internacional no eliminarían técnicamente la soberanía de los gobiernos nacionales. Pero eso no tiene nada que ver con el objetivo principal del RSI, que es obligar jurídicamente a los Estados a seguir el consejo de la Organización Mundial de la Salud durante una emergencia de salud pública internacional determinada por la OMS, e integrar las respuestas nacionales a las pandemias en una burocracia sanitaria internacional. Aunque los Estados nacionales podrían, en teoría, incumplir sus compromisos legales en virtud del RSI, tomando un camino diferente al recomendado por la OMS, esto sería bastante extraño, dado que ellos mismos habrían acordado y financiado el nuevo régimen del RSI”, concluye Thunder.

Agustina Sucri
Agustina Sucri

@agustinasucri / La Prensa

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