El querequeté cubano se pasó de largo y anda por Feliciano
Sorprendidos por el canto de dos ejemplares de un ave no registrada en Argentina. Estaban ante un pájaro de Cuba que decidió visitar Feliciano
La profesora de biología Silvina M. Verón, graduada en la Universidad Nacional del Litoral, alterna la vida familiar y el trabajo en un colegio de Feliciano con su hobby: la observación de aves.
En enero empezó a escuchar un canto raro que no podía distinguir. Grabó, pasó el sonido a los ornitólogos del Club de Amigos de las Aves Silvestres de Entre Ríos -CAASER-. Tras varios intercambios infructuosos, Silvina recibió el llamado de Raúl Spais, miembro de ese Club y uno de los más notables expertos en la grabación de trinos en el país. “Es este”, le dijo. Estaban ante un pájaro de Cuba y varias islas centroamericanas, que decidió visitar Feliciano en una de sus largas migraciones.
El añapero querequeté, cuyo nombre científico es Chordeiles gundlachii, es una especie de atajacaminos (también llamados dormilones, chotacabras), que emprende vuelos kilométricos hacia el sur pero llega a Venezuela, a Brasil, no a la Mesopotamia argentina. Aunque el registro es muy reciente, los ornitólogos entienden, hasta ahora, que nunca fue visto en nuestro país.
Aire de chacarera
“Silvina empezó a escuchar sonidos, dimos vueltas porque hay un canto de una lechucita que podía confundirnos; pero el querequeté no está registrado en la Argentina”, comentó a UNO Raúl Spais, de Paraná. “Su vuelo es ágil, buscando insectos al anochecer. Cuando escuché la grabación de Silvina les comenté a mis amigas y amigos del Club que tiene un aire de chacarera”, sonrió Spais.
“En enero los estaba escuchando, eran dos, hacia las ocho de la noche empezaban a cantar. Al principio creí que era una especie común, porque al crepúsculo suelen dar otros cantos”, explicó a UNO Silvina Verón, desde Feliciano.
“Luego me di cuenta de que era muy raro, no coincidía con nada de lo que conocíamos. Los grabé, andaban todas las tardecitas, volaban algo, con esa forma de vuelo errático de los dormilones buscando insectos; más tarde siguen volando, pero ya no vocalizan”, detalló.
“Andaban dos, anoche se vieron tres. Lo relevante: cómo aparecieron acá, si son de la zona caribeña y viajan al Amazonas pero esta vez parece que se pasaron de largo. Seguramente hay más, no creo que vengan solos. Cabe la posibilidad de que vinieran con otros, con la especie añapero boreal que sí llega hasta nuestra región e incluso la provincia de Buenos Aires. Tal vez volaron juntos en las mismas bandadas”, arriesgó Silvina Verón.
CAASER
Silvina se dedica a la ornitología desde hace dos décadas; empezó en el Museo de Ciencias Naturales de Santa Fe y continúa en Feliciano, su ciudad natal, como integrante de CAASER y docente de la Escuela Agrotécnica. Actualmente es presidenta del Club. “Somos un equipo, vamos rotando en la comisión. Gracias al equipo es que logramos identificar, porque si no fuera por Raúl Spais, por ejemplo, no hubiéramos detectado la especie”, reconoció Silvina, que como el resto de los amantes de las aves no oculta su alegría por el hallazgo.
Antes del querequeté los miembros del Club detectaron el frutero cabeza negra en octubre pasado, y antes incluso el espiguero pardo; especies que no estaban anotadas para nuestro territorio provincial. Pero Chordeiles gundlachii no aparecía en los catálogos de todo el país, hasta el registro de Feliciano. En este diario aún no contamos con una fotografía nítida de los ejemplares de acá, por eso acudimos a una foto obtenida en otra región, de la misma especie, pariente de varias especies de dormilones anotados en nuestra provincia.
DORMILÓN. Con nido y pichones en el centro del continente, el querequeté se animó a más y nos visita.
Cazadores
“Tratamos de hacer observaciones en distintos departamentos, particularmente en el norte entrerriano donde detectamos que la investigación tenía vacíos”, comentó Silvina y admitió que trabaja muy particularmente con el cardenal amarillo, y que la población de esta especie ha mejorado un poco en la región, pero prefieren no dar precisiones porque los cazadores están atentos para enjaularnos.
En cuba, los querequeté son comunes, aunque poco conocidos por sus costumbres nocturnas.
También en nuestro territorio son comunes sus primos, y poco conocidos, precisamente por sus hábitos. Por ejemplo: el añapero boreal o añapero migrador (Chordeiles minor); el ñacundá (Podager nacunda); el atajacaminos ñañarca o dormilón (Caprimulgus lingirostris); el dormilón chico (Caprimulgus parvulus); el dormilón tijereta (Hydropsalis torquata); el atajacaminos de alas negras (Eleotheptus anomalus). Para esta nómina acudimos a registros del Atlas ornitogeográfico de la provincia de Entre Ríos y de la guía ilustrada de especies del bajo río Uruguay y embalse de Salto Grande.
En Entre Ríos hay unas 300 especies de aves en los montes, los bañados, las lomadas, y muchas de ellas tienen costumbres migratorias.
Los músicos Aníbal Sampayo y Miguel Martínez desconocían las fronteras, con la excusa de que las aves anidan de un lado y comen del otro. En este caso, el añapero querequeté parece que ha gustado morder algunos bichitos en el cielo entrerriano para anidar en Cuba, quizá, en Bahamas, en Haití, cualquiera de las Antillas, y hasta en el sur de los Estados Unidos. Su larguísimo vuelo nos tiene hoy asombrados.
UNO