Mortandad de peces en ríos y arroyos de Entre Ríos revela un desastre ambiental inminente

Puede que insecticidas y funguicidas sistémicos estén afectando el oxígeno en el agua y en el aire y es la explicación de mortandad de insectos polinizadores y tantos problemas respiratorios?
La tragedia ambiental que está sacudiendo los ríos y arroyos de Entre Ríos no puede ser ignorada ni postergada. La alarmante mortandad de peces, incluso en el vasto Lago Salto Grande del río Uruguay, revela la gravedad del problema. Si bien podríamos suponer que el enorme caudal de este lago lo protegería de contaminantes, la realidad nos golpea con fuerza: ningún ecosistema acuático está a salvo de la devastación que causan los productos químicos como los fungicidas e insecticidas sistémicos.
La asfixia masiva de peces está directamente relacionada con el uso de estos productos químicos, que, cuando se acumulan en el suelo agrícola, son arrastrados hacia los cuerpos de agua por las lluvias. Esta escorrentía se vuelve aún más peligrosa en períodos de precipitación escasa, ya que los productos químicos se concentran aún más en los cuerpos de agua, reduciendo drásticamente los niveles de oxígeno y afectando la calidad del agua. Este ciclo letal da lugar a la proliferación de algas que, al consumir el oxígeno disponible, dejan a los peces sin posibilidad de respirar, provocando su asfixia.
Los peces mueren asfixiados. La contaminación, principalmente por insecticidas como los neonicotinoides, reduce los niveles de oxígeno en el agua, afectando no solo a los peces sino a la totalidad de la cadena alimentaria acuática. Estos productos químicos, inicialmente creados para eliminar plagas agrícolas, se han filtrado de manera constante en nuestros ríos, arroyos y lagos, causando estragos en los ecosistemas y poniendo en peligro la biodiversidad.
El Impacto Devastador de los Neonicotinoides
Un claro ejemplo de este desastre lo encontramos en el Lago Shinji, en Japón, donde el uso masivo de imidacloprid, un insecticida de la familia de los neonicotinoides, provocó un colapso casi total de la cadena trófica. Las poblaciones de crustáceos y zooplancton, esenciales para la supervivencia de peces como las anguilas y los eperlanos, se desplomaron. Esto llevó a una drástica disminución de las pesquerías comerciales, un fenómeno que aún persiste.
La situación en Entre Ríos es alarmante, pero no única. El uso desenfrenado de estos productos químicos tóxicos está causando un daño irreversible en los ecosistemas acuáticos de todo el mundo. Estudios recientes han demostrado de manera concluyente que los neonicotinoides, como el imidacloprid, tienen un impacto letal en las aguas dulces y salobres, afectando gravemente la biodiversidad. Estos productos químicos no solo están matando a los insectos para los que fueron diseñados, sino que están destruyendo la base misma de la cadena alimentaria acuática, con efectos devastadores para peces y otras especies.

Un Problema Complejo: La Asfixia de los Peces
El problema no se limita solo a los pesticidas. La asfixia de los peces en ríos y océanos es el resultado de múltiples factores: la proliferación masiva de algas debido a la sobrecarga de nutrientes, el aumento de las temperaturas por el cambio climático y la alteración del flujo de agua. Estos factores, combinados, crean un escenario perfecto para la catástrofe que hoy enfrentamos.
Además, la mortandad no afecta a todas las especies por igual. Las especies autóctonas, más vulnerables, son las primeras en morir, dejando espacio para que especies invasoras más resistentes ocupen su lugar, alterando aún más la frágil estructura de nuestros ecosistemas.
Arroyo Las Alpargatas
La alarmante mortandad de peces en el arroyo Las Alpargatas, en Chajarí, ha encendido las alarmas sobre la grave contaminación que sufre este curso de agua debido a los efluentes vertidos desde el Área Industrial Municipal. Las sustancias químicas y desechos industriales descargados en el arroyo continúan deteriorando la calidad del agua, provocando un descenso crítico de los niveles de oxígeno y afectando la vida acuática.
Mortandad de abejas y otros polinizadores beneficiosos
La mortandad de abejas en la región también está vinculada al uso de imidacloprid, un pesticida neonicotinoide que afecta el sistema nervioso de los insectos y reduce su capacidad de orientación. Al perderse y no poder regresar a sus colmenas, las abejas mueren, poniendo en riesgo la polinización de cultivos clave. Para los seres humanos, el uso prolongado de imidacloprid trae consigo problemas adicionales, ya que su presencia en el agua y los alimentos puede tener efectos tóxicos, contribuyendo a la contaminación ambiental y afectando la salud a largo plazo.
Escuchá la entrevista con Nelson Dalzotto, apicultor y citricultor

El impacto de los neonicotinoides en el ser humano
Los insecticidas sistémicos, como los neonicotinoides, se absorben y distribuyen por toda la planta, incluyendo el polen, las hojas y los frutos. Aunque están diseñados para afectar a los insectos, su exposición prolongada o en altas concentraciones puede causar problemas en los seres humanos. Al inhalarlos o consumir productos contaminados, las personas pueden experimentar irritación en las vías respiratorias, dificultad para respirar, dolores de cabeza y, en casos severos, daños al sistema nervioso. Estos efectos son especialmente preocupantes para quienes están en contacto frecuente con estos químicos, como los trabajadores agrícolas.

Un Llamado a la Acción Inmediata
Este es un llamado urgente a todas las fuerzas públicas: Presidencia, gobiernos provinciales, municipios, y organismos internacionales. Necesitamos un plan inmediato y coordinado que abandone el uso de productos químicos tan letales para nosotros mismos. La producción agrícola debe ser regulada de manera estricta y se deben promover alternativas sostenibles y ecológicas. No podemos permitir que la codicia, la geopolítica y el desinterés por el medio ambiente nos lleven a una catástrofe aún mayor.
Es hora de actuar. Los peces están muriendo asfixiados por nuestra inacción, y con ellos se va la salud de nuestros ríos, nuestra biodiversidad y nuestro futuro. Si no tomamos medidas ahora, lo que está ocurriendo en los arroyos e incluso el Lago Salto Grande, podría extenderse a cada rincón de nuestra provincia y más allá.
La ciencia ha demostrado, como lo hizo Rachel Carson en su obra “Primavera Silenciosa”, que los pesticidas matan indiscriminadamente. Hoy, 60 años después, sus palabras resuenan con fuerza: estamos presenciando una crisis ambiental que afecta no solo a la fauna, sino también a la salud humana y la economía. La mortandad de peces no es solo una advertencia, es una señal de que el tiempo se está agotando.
Debemos detener el uso de estos químicos letales y restaurar el equilibrio de nuestros ecosistemas. Nos corresponde a todos —gobiernos, ciudadanos y empresas— trabajar juntos para garantizar un futuro en el que nuestros ríos vuelvan a ser el hogar de una biodiversidad próspera.
FM del Este 100.5 con información de National Geographic y Ecología digital
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