Hasta siempre, Pepe Mujica: el hombre que vivió como pensó

Hasta siempre, Pepe Mujica: el hombre que vivió como pensó

José “Pepe” Mujica: Un hombre que, con su austeridad, honestidad y humanidad, trascendió las fronteras de su país para convertirse en un símbolo universal de coherencia y esperanza.

América Latina despide con tristeza a una de sus figuras más queridas y auténticas: José “Pepe” Mujica, expresidente de Uruguay, luchador social, campesino, guerrillero, político, filósofo de la vida. El querido Pepe murió este martes a los 89 años, fue un hombre que, con su austeridad, honestidad y humanidad, trascendió las fronteras de su país para convertirse en un símbolo universal de coherencia y esperanza.

Pepe no fue un presidente más. Fue el líder que donó la mayor parte de su salario, que vivió en una humilde chacra, que viajó en su viejo escarabajo celeste, que rechazó el boato del poder, que prefirió hablar de amor, libertad y responsabilidad ante las Naciones Unidas en lugar de cifras y promesas. Fue el hombre que, tras más de una década preso en condiciones infrahumanas durante la dictadura, eligió el camino de la democracia y el diálogo en lugar de la venganza.

Nos deja su voz ronca, cargada de sabiduría popular, de frases que siempre apuntaban al alma más que al aplauso. Nos deja sus manos curtidas por la tierra, su ejemplo de dignidad, su manera tan uruguaya y universal de mirar el mundo: con sentido común, con ternura, con rebeldía.

Pepe fue un faro en tiempos de oscuridad política, un referente en medio del ruido, un abuelo de todos que nunca dejó de enseñar que se puede ser firme sin ser cruel, que se puede hacer política sin perder la decencia, que se puede vivir sin acumular, que vale más una vida sencilla y feliz que una cuenta bancaria abultada.

Uruguay llora a su referente más humano. América Latina lo despide con gratitud. Y el mundo se queda con su legado: el de un hombre que fue libre hasta el último día, que no se dejó atrapar por las luces del poder, que se aferró a sus convicciones como quien se abraza a una causa noble.

Hasta siempre, Pepe. Gracias por tu vida ejemplar. Gracias por recordarnos que la política puede ser un acto de amor y no de ambición. Que vivir con humildad no es una debilidad, sino un acto de coraje. Que el verdadero poder está en servir, no en mandar.

El sur te llora, pero también te celebra. Porque hombres como vos no mueren del todo. Se siembran. Y florecen en cada acto de justicia, de solidaridad, de humanidad. Hasta siempre, presidente campesino. Hasta siempre, compañero del pueblo.

FM del Este 100.5

 

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