Entender la Agricultura biodinámica:
La agrónoma Cecilia Ambort conoció la agricultura biodinámica y entonces pudo entender muchas cosas más: Ahora recomienda “reconocer nuestra parte espiritual para comprender lo espiritual en los reinos de la Naturaleza”
Con los hijos grandes y a punto de ser abuelos, dejaron la ciudad y se fueron al campo; compraron una chacra abandonada de 7,7 hectáreas a la vera del río Neuquén, construyeron su casa y se fueron a vivir allí. Ah, y eso no es todo: también arrancaron el desafío de convertir el lugar en un organismo agrícola con una mirada nueva desde la agricultura biodinámica (que a partir de ahora llamaremos ABD por comodidad de lectura).
“La ABD me llevó de las narices, aquello que yo había soñado y creía que sería para otra vida, se hizo realidad. Como dice el poema de Goethe: Hasta que uno no se compromete/hay vacilación, la posibilidad de volverse atrás y siempre ineficiencia/En el momento en que uno se compromete definitivamente/ también la Providencia se moviliza”, cuenta Cecilia Ambort (66), agrónoma que no “ejerció formalmente” pero que siempre cultivó hortalizas en huertas familiares urbanas.
“A los 50 años, conocí la ABD y despertó en mi la conexión con la tierra que sentí de joven. Todo comenzó como un emprendimiento de agricultura familiar con el objetivo de producir alimentos sanos y vitales para nosotros, sobre todo pensando en nuestros nietos. Al poco tiempo un grupo de familias relacionadas con la Antroposofía, conocedoras de la calidad de los alimentos biodinámicas, nos propuso integrar un sistema de asociación entre el consumidor y el agricultor llamado CSA, Comunidad que sostiene a la Agricultura”.
Cecilia dice que ese fue un tremendo desafío que implicaba un gran compromiso porque el CSA se basa en la confianza mutua entre el agricultor y las familias asociadas. En este sistema el agricultor se compromete a entregar semanalmente todo lo que produce y las familias dan un monto de dinero preestablecido. Así se inicia Janus Proyecto Rural Integrador.
“El mayor desafío del CSA para el agricultor es cultivar diversidad y continuidad, ya que un bolsón de verduras debe ser lo más variado posible, con verduras de hojas, raíz y frutos”, describe. “En verano es un vergel, todos los bolsones van cargados de verduras, pero en invierno en esta zona la producción es limitada, aunque con ayuda de invernaderos y microtúneles, se extiende la temporada”.
Comenzaron a elaborar conservas con los excedentes de la cosecha en verano para poder entregar en invierno. Tienen colmenas que les proveen miel, una vaca con cuya leche hacen quesos, gallinas criollas para la producción de huevos y siempre algún cerdo que alimentan con el suero de los quesos. Producen un maíz forrajero para las gallinas de la variedad Don Amílcar, que no es híbrido ni modificado genéticamente y fue creado por docentes de la facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional del Comahue.
-¿Cómo llegó la biodinámica a su vida?
-Porque mi hija comenzó a estudiar el seminario de Pedagogía Waldorf y yo no entendía muy bien de qué se trataba. Decidí entonces hacer los módulos que dicta la Asociación para la Agricultura Biológico-dinámica en Argentina y me acerqué a la Antroposofía. El módulo duraba una semana y el primer día quedé shockeada: eran tantas ideas que nunca había escuchado en mi vida, que pensé “esto no es para mí”. En esos siete días me asomé a conceptos totalmente diferentes a los aprendidos en la facultad, y el último día sentí que todo lo que se decía tenía sentido, que todo eso estaba dentro de mí, pero no lo había podido expresar antes porque no sabía que existían.
-¿Por ejemplo?
-Que alimentos vitales solo pueden provenir de un suelo vital. Y que un suelo vital solo puede serlo si le devolvemos la fertilidad con compost.
-Pero, ¿no es lo mismo un suelo fertilizado con nitrógeno químico?
-No. ¿Qué vitalidad puede tener una lechuga que crece en un suelo de este tipo? Va a tener nitrógeno, sí, pero ausente de vida. Lo que pasa es que para comprender todos estos procesos vitales hay que reconocer la existencia de un mundo espiritual que está siempre presente. La frase de Rudolf Steiner que dice: “Para las plantas son más importantes las fuerzas vivas que las meras sustancias”, fue el comienzo de un camino de conocimiento inconmensurable.
-¿Ese fue el “click”?
-Hubo una sucesión de clicks y habrá muchos más. El primero fue entender el sentido profundo de un alimento vital, esto me movilizó a tal punto que se hizo realidad el poema de Goethe del inicio. Otro click lo hice cuando leía el Curso Agrícola y trataba de imaginar las influencias cósmicas sobre la Tierra toda, las fuerzas de los planetas lejanos y cercanos, las fuerzas de las constelaciones del zodíaco, todas ellas acompañando el crecimiento de las plantas. Un día presté atención a una pequeña frase que decía “estas fuerzas acompañan al Sol en su actuar” y al poco tiempo leí un libro que hablaba de la Danza Cósmica, y esto renovó mis votos con la ABD. Entendí por qué las civilizaciones antiguas adoraban al Sol: el Sol recibe las fuerzas de todo el Cosmos y nos la brinda cada día, y está disponible para todo ser viviente que habita en este mundo. El profeta Zaratustra decía a sus discípulos: “Toma un trozo de pan, medita en ello hasta que el trozo de pan se vuelva radiante en ti. Entonces cómelo y sé consciente de cómo el Espíritu del Sol ha venido del vasto Universo, ha entrado en ti y ha cobrado vida dentro tuyo”.
-Para una persona que no sabe del tema, ¿qué es biodinámica?
-Para comprender es clave acompañar la ABD con la Antroposofía, la ciencia espiritual que nos da un conocimiento más profundo del ser humano. Reconocer nuestra parte espiritual para comprender lo espiritual en los reinos de la Naturaleza. Entonces podemos empezar a hacer algunas preguntas para comenzar a entender…
-¿Cuáles?
-¿Es la BD una mera receta para aumentar la productividad de nuestros campos? Entonces estamos más cerca de la Agricultura convencional. ¿Es la BD una mera técnica para que nuestra producción tenga un precio más alto porque sus productos son de mayor calidad y vitalidad? Entonces estamos perdiendo la tan buscada vitalidad porque la vitalidad viene de la mano de la conciencia del ser humano puesta en cada acción sobre el suelo que trabaja, sobre la planta que cuida, sobre el animal que cría y en su relación con otros seres humanos. Dennis Klocek en su libro “La Agricultura sagrada, la Alquimia de la BD”, afirma: “La mayor fuerza del universo es la fuerza de la conciencia del ser humano”.
-Resulta difícil de comprender en profundidad…
-Dan McKanan, un profesor de teología de Estados Unidos, estudió durante 20 años a los agricultores BD. En su libro “Eco-Alquimia” cuenta que nunca se involucró en la ABD para mantenerse en la vereda de enfrente y poder detectar cuál era la fuerza que él percibía en estos agricultores. Ha recorrido el mundo y relata que cuando uno llega de visita a estas granjas, el agricultor le muestra los cultivos, sus animales, las pilas de compost (corazón de toda granja de ABD) y la diversidad de plantas espontáneas, y solo cuando el visitante muestra genuino interés por saber qué hay más allá de lo que se ve, o a qué se debe que se percibe un aire distinto, un verde diferente, un algo que no sabe explicar, el agricultor abre su corazón y le cuenta realmente qué es la ABD .
-¿Hay un avance en este tipo de producción?
-En los últimos 12 años la superficie cultivada “certificada Demeter”, que identifica los productos de la ABD en Argentina, pasó de 600 a 1.700 hectáreas. La mayoría de las exportaciones corresponden a vinos y frutas (especialmente manzanas y peras) y el resto de los productos con este sello se comercializa en mercado interno. A la vez, hay un gran número de granjas en todo el país que aunque no certifican Demeter, son un claro ejemplo de los principios fundamentales de la ABD. Desde hace un par de años estamos trabajando en conjunto, agrupados por zonas de cercanía para certificar, no con una certificadora de tercera parte sino a través de un Sistema Participativo de Garantía.
-En lo personal, ¿qué le ha dado a usted la ABD?
-Sentido a mi vida. Me dio dejar de vivir por mera casualidad para saber que mi misión en esta existencia es sanar la Tierra, espiritualizarla, porque como dijo Steiner: “No hay materia sin espíritu, ni espíritu sin materia”.
Fuente: Bichos de Campo
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