Catástrofe sanitaria en Argentina: escalada de muertes y abrupta caída de nacimientos

Un pormenorizado análisis de las estadísticas vitales de los últimos cinco años y su correlato con las medidas adoptadas para contener la pandemia de covid.

Una realidad trágica que pretende mantenerse fuera del foco de la atención pública, con ausencia absoluta de políticas para revertirla.

Un primer estudio que analiza las Series de Estadísticas Vitales de los últimos cinco años en la Argentina, publicadas por la Dirección de Estadística e Información de Salud, organismo que depende del Ministerio de Salud de la Nación, denuncia la “catástrofe sanitaria” experimentada por nuestro país, con un aumento notable de la mortalidad general, infantil y, sobre todo materna, y una abrupta caída de nacimientos, cuya evolución se correspondería con las medidas de salud adoptadas para contener la denominada pandemia de covid y, especialmente, con el inicio de la campaña de vacunación contra esa enfermedad. Es el primer indicio concreto de un correlato del que se viene hablando hace tiempo y que exige ser confirmado con una investigación más en profundidad.


El informe fue realizado por el médico epidemiólogo Mario Borini y comprende las estadísticas completas de 2021, primer año de vacunación, cifras que acaban de publicarse en forma oficial el 13 de marzo pasado, luego de más de doce meses de terminado ese año, algo que el autor contrasta con otros países en los que esa demora no suele superar los tres meses.


Borini ha sido uno de los primeros médicos que se expresaron en forma crítica sobre la declaración de la última pandemia. En este informe advierte que respeta los nombres y categorías oficiales, aunque aclara que eso “no significa aceptarlos”. Por ejemplo, la propia definición del covid-19 como una enfermedad. Para el médico, desde el momento en que “no fue aislado” tal virus, algo que es aceptado por el Ministerio de Salud, se llama covid-19 a lo que no pasa de ser “un síndrome, o sea un conjunto de síntomas, compartido por muchas enfermedades”.


El estudio analiza las series sobre mortalidad, primero la general, luego la infantil y más adelante la materna, para después detenerse en las tasas de natalidad.


Al observar la evolución de la mortalidad general, el autor hace notar cómo las cifras oscilan levemente los tres primeros años considerados: 7,76 (2017); 7,57 (2018) y 7,61 (2019), para luego subir a 8,29 (2020) y 9,53 (2021). Pero, si se miran con más detenimiento las muertes de esos dos últimos años, discriminadas entre quienes murieron con y sin covid-19, se aprecia que la cantidad saltó de 50.470 (2020) a 82.959 (2021). Es decir que se registró un notable incremento interanual que supera el 64%.


Continuando con la comparación entre 2020 y 2021, Borini destaca: “El exceso total de 60.580 muertes se relaciona directamente con el covid 19 en una mitad, mientras que la otra mitad recibe distintos diagnósticos algunos de los cuales deberían investigarse en su relación directa o indirecta con la vacunación, dada su coincidencia temporal”.


“Entre ellos sobresalen las muertes por enfermedades del aparato circulatorio, que provoca un tercio de las casi 30.000 muertes no registradas como atribuidas al covid-19”, prosigue el epidemiólogo, quien apunta que “a la asociación estadística entre vacunación y muerte, se suma la publicación de numerosos trabajos que muestran frecuentes efectos adversos muy graves y mortales de distinta naturaleza luego de la inoculación”.


Borini argumenta que para asegurar que las muertes no tienen relación causal con la vacunación, “deberíamos empezar por tener una clasificación cruzada de vacunados y no vacunados, con muertos y no muertos. Pero carecemos de ella”.


Asimismo, sostiene que dada la envergadura de las medidas tomadas con la política pública frente a lo que llaman covid-19 (encierros, causas penales, represión, testeos masivos, e inoculación experimental), era indispensable estudiar las consecuencias de cada medida, incluyendo lo que consideran vacunación covid-19. “Si el estudio se hizo, debieron difundir sus resultados, y si no se hizo, el gobierno cayó en una inexcusable irresponsabilidad. Respecto del efecto de la vacunación covid 19, bastaba con diferenciar inoculados de no inoculados, para cruzar este dato con sus eventuales consecuencias”, insiste.  


En esa línea, el médico admite que con la información disponible no es posible una inferencia epidemiológica, pero subraya que “es irrefutable la existencia de una fuerte asociación estadística, que persiste aunque los datos de 2020 se anualicen para calcular las muertes esperadas en 12 meses de ese año”.


OTRA TRAGEDIA
Según se resalta en el informe, la tasa habitual de mortalidad infantil en la Argentina, en una serie histórica que va más allá de este trabajo de Borini, es tres veces superior a la de los países centrales. “Por otra parte, en todos los países disminuye anualmente esa tasa, de manera que Argentina, por donde se la mire, no tiene avances para celebrar”, aclara el epidemiólogo.


Por el contrario, si bien la mortalidad infantil se redujo en 2021 respecto de 2020 (8,03 contra 8,45 muertes por cada mil nacidos vivos, respectivamente), Borini hace notar que en esta gestión de gobierno había aumentado en 2019 respecto de 2018, dato que celosamente fue desapercibido (9,19 contra 8.82 muertes cada mil nacidos vivos, respectivamente).


“Dado que los nacidos vivos se redujeron en casi un 25% entre 2017 y 2021, la baja de la mortalidad infantil debería haber sido muy superior, teniendo en cuenta que cada nuevo niño contó con muchos más recursos del sistema de salud a su disposición para el control y la atención”, enfatiza, para luego añadir: “En conclusión, la propaganda de la reducción de mortalidad infantil es político-partidaria, pero no concuerda con la realidad sanitaria, que en mortalidad infantil sigue siendo una tragedia. Algo constante con regímenes políticos de distintos signos partidarios”.


En cuanto a la mortalidad infantil por covid-19, el informe indica que, según el registro oficial, esta cifra no pesó en la mortalidad infantil total. Sin embargo, Borini señala que en niños de 0 a 14 años, hubo 74 y 121 muertes por covid en 2020 y 2021 respectivamente, lo que representa un 64% de aumento interanual, que es el mismo porcentaje de aumento en la mortalidad atribuida al covid-19 en toda la población en esos años.


“Dado que 2021 es el año donde se inició la vacunación covid-19 en niños, la hipótesis de su influencia en la mortalidad es consistente con las estadísticas oficiales”, explica el médico quien admite que, no obstante, deberían investigarse otras causales, como ser “la reducción de inmunidad por encierro prolongado, las restricciones de la producción y calidad de la atención por el sistema de salud y el aumento del campo electro-magnético ambiental, entre otras”.


De todas maneras, Borini evalúa que, dado que todas esas causales no son naturales sino decisiones de gobierno, su responsabilidad es inherente a todas ellas. “Cualquier otra causal que fuere natural o social, como excusa ajena a la voluntad oficial, obligará al gobierno a asumir la carga de la prueba”, reflexiona.


MUERTES MATERNAS
El trabajo del epidemiólogo argentino pone de manifiesto que “la mortalidad durante 2021, año de vacunación, contra 2020, año sin vacunación, es también significativamente más alta entre embarazadas”.


En concreto, las muertes maternas tuvieron un aumento interanual de casi un 80%, “que es aproximadamente el mismo que se observaría con el cálculo de las tasas, dado que el denominador de nacidos vivos es similar en ambos años”, aclara.


“Si bien el aumento del 78% en las muertes maternas es extremadamente alarmante, cuando incluso debiera estar en franca reducción, dados los avances notables de la atención médica, la tasa revela cuál fue, en mucho mayor grado, el aumento de mortalidad en 2021, año con vacunación, en comparación con 2017, año sin vacunación”, enfatiza Borini, quien añade: “El aumento de la tasa en 2021 respecto de 2017, primer año de la serie, es de un extraordinario +158,5%”.  


El especialista comenta que la alarma es mayor si se considera que hubo una reducción de nacidos vivos de un 25%, lo que supone igual reducción en los embarazos. “Por lo tanto, en condiciones ordinarias, se esperaría una importante baja de la mortalidad materna, teniendo en cuenta que cada embarazada contó con muchos más recursos del sistema de salud a su disposición para el control del embarazo y la atención del parto y postparto. Sin embargo, en 2020 la tasa aumentó con la mortalidad atribuida al covid- 19. Lo llamativo es que en 2021, con la vacunación, la mortalidad materna aumentó muchísimo más”, razona.


MENOS NACIMIENTOS
El tercer indicador sobre el que repara el informe de Borini se refiere a la variación de la cantidad de nacidos vivos entre 2017 y 2021, cuando esa cifra mostró una reducción del 24,9%.


“Es un problema de tremenda importancia, aun si nos limitamos a lo que sería una política demográfica soberana para un país despoblado”, advierte.


La caída del número de nacidos vivos en cuatro años, entre 2018 y 2021, es de 444.045 en relación con los nacidos vivos esperados, si se mantenía la cifra de 2017, equivalente a 111.011 nacidos vivos menos por año. “La baja de la tasa de fecundidad es de 2.24 a 1.68, o sea, estamos muy por debajo de la fecundidad de reposición poblacional”, alerta el epidemiólogo, quien recuerda que esta tasa representa el número promedio de nacidos vivos por mujer en edad fértil (15 a 49 años) a lo largo de su vida y que, entonces, en Argentina, el nivel de la tasa debe ser superior a 2.1 para asegurar la reposición de su población.


“Es de destacar que, a diferencia de las tasas de mortalidad analizadas, la tasa de natalidad ha variado con una asociación menor con el covid-19, ya que de mantenerse la fecundidad de 2019 hasta marzo de 2020 (mes del primer caso en Argentina), estaban asegurados 520.000 nacidos vivos, y nacieron 533.299”, continúa e invita a ahondar en las causas: “Si se comprueba la caída de fecundidad a partir de marzo 2020, habría que estudiar su relación con el encierro, algo que parece más probable por su contribución al pánico y a la afectación de las relaciones de pareja”.  


Borini agrega que, como la tendencia de la natalidad y, por consiguiente, de la fecundidad, era descendente, una conclusión más precisa requiere mensualizar los nacimientos a fin de conocer el número de nacidos vivos correspondientes a embarazos desde marzo 2020 en adelante. “Así, podría deslindarse esa tendencia, respecto de la influencia del covid-19 y de las medidas de gobierno para enfrentarlo”, afirma, para luego añadir: “De todas maneras, cualquiera sea la causal, está claro que una política de gobierno declaradamente antinatalista difícilmente habría logrado mejor resultado en cuatro años”.


A modo de conclusión, el médico subraya: “Creemos que corresponde concluir que estamos ante una catástrofe sanitaria, con un aumento notable de la mortalidad general, infantil y, sobre todo materna, en el primer año de la vacunación. Y no se conoce ninguna investigación ni acción oficial destinada a conocer y cambiar este panorama tremebundo”.


En tanto, respecto a la caída abrumadora de la natalidad, tan contraria a principios demográficos, sociales, políticos, económicos, e incluso humanitarios, Borini advierte que esta otra tragedia “tampoco ha merecido una mención oficial ni medidas superadoras, pese a su inocultable gravedad”. 

Fuente: Agustina Sucri

Agustina Sucri

@agustinasucri

La Prensa

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