Al que le quepa el sayo, que se lo ponga

Hoy se acaba de vetar la ordenanza que por unanimidad votó el HCD para derogar una ordenanza anterior, que autorizaba la obra Paso Bajo a Nivel en Av. 9 de julio.
En esto que escribo no hay resentimiento, solo preocupación respecto a ciertas actitudes que no ayudan a una buena y genuina relación entre funcionarios y vecinos.
Hago la siguiente reflexión, las antipatías violentas son siempre sospechosas y casi siempre se convierten en un grave peso que hunde el corazón en lo más hondo de las iniquidades. Además, mueve a pensar en la intolerancia que engaña con apariencia de verdad y que se da en aquellos que faltan el respeto sufriendo de ordinario la pena de la soberbia.
Les recuerdo, el respeto es la primera condición para saber convivir que implica el cuidado de no herir a otros. El orgullo y la arrogancia no sirven de nada, pero la paciencia y la dignidad son importantes, una para no dejarse provocar por la soberbia virulenta de aquel que cree merecer y tenerlo todo, la otra como fundamento de todo derecho.
La democracia muchas veces es usada como una fachada para esconder a quienes como hienas agazapadas esperan que le poder político les dé la oportunidad de arrojarse sobre el botín del poder y las arcas públicas.
Entre los ciudadanos hay una brecha erosionada por la desilusión y la decepción.He notado como la falta de credibilidad y desencanto de la sociedad, abre el espacio para que populismos demagogos, con poca vocación institucional, lleguen al poder.
La auténtica petulancia de los políticos es la de considerarse imprescindibles, seres llamados a pastorear un rebaño que necesita de sus ideas y de su fortaleza para no terminar perdidos o dispersos. De esa básica soberbia, de ese recelo frente a la sensatez individual, nacen mas tarde otras, el afán de consagrar el propio criterio y el intento estúpido, ofensivo de monopolizar al gobierno.Les falta me parece la valiente humildad de respetar el libre juicio de cada cual. Sus egos descomunales solo esconden el inmenso y enfermizo pavor que les provoca la libertad de manifestarse de algunos ciudadanos.
Ser un LIDER no se asemeja a un pastor que arrea un rebaño de ovejas, sino por el contrario es un forjador de espíritus cívicos.
El problema es justamente la carencia de valores cívicos. Un “LIDER” requiere de hábitos y actitudes personales que se repliquen en su grupo de trabajo. Entendemos que los leales pueden discernir, los obsecuentes casi siempre traicionan, y la obsecuencia muchas veces te hace olvidar de tu propia dignidad.
Mi mirada de la política, la administración pública y los deberes de funcionarios siempre fue un poco indiferente, poco comprometida. Pero debido a ésta experiencia lastimosamente cargada de improvisaciones, déficit e irregularidades sistemáticas siento que como comunidad deberíamos involucrarnos mas, exigiendo como derecho respuestas concretas y preguntarnos por el desempeño de nuestros funcionarios ya que muchas veces es austero y sus explicaciones son parciales y carentes de verdad.
En este caso… las lagañas de la cerrazón mental ante un “NO” impedían mirar las exigencias de una comunidad. En sus mentes esta arraigado el absolutismo, la intolerancia, el monopolio que causan demasiado daño. Al punto de llamarnos el 20% de nefastos. Como si la participación ciudadana, el acceso a la información o la exigencia de transparencia en su gestión incomodara.
Mientras como pueblo nos fatigamos con quejas y masticamos cólera, es en las urnas donde podemos cortar éstos hábitos depredadores que crecen a gran escala, nos asfixiamos de tanta mediocridad política, sin embargo repetimos historias.
La obligación y compromiso de los políticos sería evitar ser influidos y mantener su autonomía al resguardo de intereses particulares, deberían saber que el estado no es solo ” lo que hace” sino ” lo que puede hacer”.
Las rebeldías y caprichos son acompañadas muchas veces por impetuosidades falaces. Su objetivo busca complicidades torpes y se atrincheran en virtudes intrínsecas.
Cuando los pueblos se domestican y callan, los grandes forjadores de injusticias levantan sus voces. La vida vale por lo que hacemos de ella, vivir es aprender para ignorar menos, vivir es vincularnos a una mayor parte de la humanidad, es admirar y compartir las excelencias de la naturaleza y de los hombres, es un esfuerzo por mejorarnos.
Por último diría que cada individuo es resultado de su herencia y de su educación.
“LA SOBERBIA ES UNA DISCAPACIDAD QUE SUELE AFECTAR A POBRES INFELICES MORTALES, QUE SE ENCUENTRAN DE GOLPE CON UNA MISERABLE CUOTA DE PODER”.
José de San Martín
“Al que le quepa el sayo que se lo ponga”
Fuente: Carta Abierta en Face, Valeria Marsilli