Frigerio no le dice a nadie que no

El precandidato del PRO suma todo lo que puede a su proyecto para 2023. Sin pruritos, acepta liberales, evangélicos, conservadores y, claro, la mayor cantidad de peronistas posibles.

Es una diferencia importante en relación al último proceso electoral provincial de Juntos por el Cambio (en rigor, se llamaban entonces Cambiemos), que para junio de 2019 fue encabezado por Atilio Benedetti como candidato a gobernador. El radical tenía límites más estrechos para su construcción política.

Rogelio Frigerio, en cambio, no se niega a nadie. Busca sumar todo lo que pueda y a nadie dice que no. Del color que sea. No se miden virtudes ni prontuarios. No se evalúa si algunas sumas pueden terminar restando.

En su campaña para las PASO del 12 de septiembre, que lo tiene como primer precandidato a diputado nacional de una de las listas en la interna de Juntos por Entre Ríos, el ex ministro de Mauricio Macri empezó a montar el frente con el que pretende pelear la gobernación en 2023.

Con plasticidad ideológica y política, el líder del PRO contiene no sólo a radicales (sigue añadiendo dirigentes que, con pragmatismo, apuestan a ganador en la interna), sino también a conservadores y liberales (en Entre Ríos, los libertarios están en formación y son parte del frente opositor). Son sectores que la UCR nunca convocó con tanta claridad. Frigerio suma todo lo que puede por derecha. No se choca con la pared porque está la militante  “pro vida” Miriam Müller con el partido NOS, de Juan José Gómez Centurión.

Pero Frigerio tiene su propio ejército de pañuelos celestes. Y su propia Müller, que se llama Evangelina y va como primera candidata suplente en su lista. Proviene de un grupo vecinal de San José y fue propuesta por Una Nueva Oportunidad (UNO), el brazo político del movimiento evangélico, que busca sumar legisladores propios en el todo el país.

Es otra cosa nueva, algo que no tenía Benedetti en 2019. Dicen que los evangélicos poseen una presencia importante en algunas regiones de la provincia, sobre todo en la costa del Uruguay, desde el centro hacia el norte. Frigerio tuvo hace poco una reunión en Federal con cinco pastores que dejó entusiasmado a su equipo de campaña.

Todo suma. En esta edificación electoral es un detalle menor que Benedetti, número tres en la lista, haya votado a favor de la legalización del aborto.

Compañero Rogelio

Pero la mayor diferencia en esta nueva construcción política de Cambiemos, Juntos por el Cambio, Juntos por Entre Ríos o como vaya a llamarse en 2023, está en la vocación de Frigerio de reformular el frente opositor con un fuerte componente peronista. El límite aquí es el kirchnerismo más duro, lo que no supone una gran restricción dado que en Entre Ríos los incondicionales de Cristina Fernández no tienen un desarrollo importante. Por eso es que en la provincia ha ganado Macri en todas las elecciones nacionales desde 2015.

Pero, una vez más, no se trata de ideología. El ex ministro de Macri tiene claro que sin el peronismo es difícil llegar al gobierno provincial. Si pudiera, Frigerio no ofrecería reparos para incorporar también a kirchneristas. Pero tiene claro que en octubre de 2019 Macri pudo remontar en Entre Ríos gracias a una campaña que apuntó a que “no vuelva Cristina”.

Gustavo Bordet llegó al poder en 2015 en la misma elección en la que ganó Macri en Entre Ríos. Y en 2019 fue reelecto con el 57% de los votos, cuatro meses antes de que Macri volviera a ganar en la provincia, aun con todos los indicadores económicos en contra. En Entre Ríos viene ganando Macri y Bordet, un peronista no kirchnerista.

Y en el equipo de campaña de Frigerio creen que están dadas las condiciones para sumar apoyos de ese peronismo moderado. Observan que buena parte de la dirigencia del PJ “está cansada del clan peronista, de tipos que se han aburguesado y se han pasado la posta sin hacer ninguna transformación de fondo en la provincia. Muchos militantes y dirigentes se sienten mal pagos por el peronismo. Están cansados de las mismas familias manejando todo”, analiza un dirigente cercano a Frigerio.

Por eso es que, en la campaña, el líder del PRO no critica al peronismo. A pesar de sumar tanto por derecha, Frigerio evita ser tachado de gorila. No busca ocultar sus orígenes en el peronismo. No podría hacerlo. Fue funcionario de Carlos Menem en los 90 y hace apenas ocho años se asoció electoralmente con Jorge Busti, el jefe político del que desciende casi toda la dirigencia peronista de Entre Ríos.

El peronismo entrerriano tiene múltiples conflictos que la delicada gobernabilidad de la crisis sofoca y disimula. Muchos peronistas de Paraná y Paraná campaña, por ejemplo, arrastran un extendido rechazo hacia las referencias de Concordia, que siempre terminan poniendo a los candidatos. Los radicales pueden dar fe de las virtudes de Frigerio para sacar provecho de viejas internas irresueltas.

Todos los vicios que afectan al peronismo se potencian con el desgaste acumulado de dos décadas de gobierno en la provincia. Y algunos de esos militantes y dirigentes que se consideran “mal pagos por el peronismo” ven en Frigerio una alternativa de poder, con un perfil personal “no gorila” que facilita la digestión del pase a un frente con macristas, radicales, liberales y conservadores de variado pelaje.

Una eventual consolidación de Frigerio hacia 2023 -que le daría un triunfo en las PASO- es un problema para el PJ entrerriano. No sólo por la histórica disposición de muchos dirigentes peronistas para correr en auxilio del vencedor, sino por el predicamento que el ex ministro de Macri pueda obtener en franjas del electorado independiente que ha votado a un peronismo no kirchnerista, como el de Bordet.

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