Margarita Stolbizer: “Quiero ser parte de un proyecto que aspire a gobernar en 2023”

La ex candidata presidencial reconoce que dialoga con dirigentes de Juntos por el Cambio. Pragmática, abre la puerta a acuerdos políticos este año, pero cree que deben realizarse en vistas a 2023.

Fue diputada nacional durante 16 años, candidata a gobernadora y a presidenta. Se alejó del radicalismo en 2005, acordó con Elisa Carrió en 2009 y con Sergio Massa en 2017. Como líder del GEN, busca su espacio para este año, aunque con vistas a 2023. No descarta acercarse a Juntos por el Cambio, aunque cree que debe resolver su interna. Desde su casa en Castelar, en el oeste del Gran Buenos Aires, dialoga con El Cronista.

– ¿Cómo evaluás al gobierno de Alberto Fernández?

– Sin haberlo votado, inicialmente le había dado un margen de expectativa positiva. Teníamos un Alberto Fernández en el mes de marzo, cuando se anunciaron las medidas restrictivas. Era un Presidente fuerte y había generado una expectativa razonable. Sin embargo, lo que ha ocurrido en estos meses ha debilitado la imagen del presidente, sin perjuicio de las dificultades que tiene la pandemia. Si tengo que hacer un análisis hoy, es crítico y negativo.

– ¿En qué cuestiones, por ejemplo?

– La cuestión económica es muy crítica. El Gobierno se concentró demasiado, casi exclusivamente, en el arreglo de la deuda, y no en ver cómo atender el impacto económico y social de la pandemia. Todos los indicadores económicos, sin excepción, muestran el fracaso del Gobierno. Es el caso de la inflación. No solo el dato, que sigue siendo alto, sino que el gran problema es no visualizar nadie que se esté ocupando. Han elegido ignorar el tema directamente. No se están ocupando, no hay un plan antiinflacionario. De la misma manera que no hay un plan para recuperar el crecimiento. También en cuestiones de Justicia. Algunos dividen a Fernández Presidente de la Fernández Vicepresidenta. Yo no hago una distinción, porque eso implica una concesión al Presidente, como si fuera una persona inocente dentro de la estrategia de impunidad que se está elucubrando desde el kirchnerismo. Creo que es una estrategia compartida.

– Fuiste crítica de Mauricio Macri y de su plan económico. En este caso señalás que no hay un plan: ¿Es un escenario peor?

– No me gusta cuando hacemos comparaciones de los peores, porque significa casi reconocer que el otro fuera mejor. El gran problema de los últimos años de la Argentina es que hemos tenido malos gobiernos o falta de planes. Además, es un país en el que hay muchos que se han enriquecido. No solo empresarios y financistas, que ganan siempre, sino también muchos sectores políticos que salen del barrio de clase media baja del conurbano a tener tres departamentos en Puerto Madero. En un país tan desigual como el nuestro la crisis de la economía no afecta a todos por igual.

– ¿En esta “no concesión” a Alberto Fernández se puede enmarcar el vínculo con Gildo Insfrán? ¿Cómo ves la situación en Formosa?

– La pandemia dejó al desnudo muchas de nuestras concepciones éticas y miserabilidades. Lo de Formosa no es un episodio aislado. Cuando hay gobiernos autoritarios la consecuencia es la violación a los derechos humanos. Lo grave no es que eso sea un episodio encapsulado, sino que tengas un funcionario como (Horacio) Pietragalla que va y convalida eso. Es similar a la defensa cerrada que hicieron con (Amado) Boudou.

– En muchas ocasiones Fernández levantó banderas del alfonsinismo. En los 80′ vos estabas con Raúl Alfonsín y él no. ¿Cómo te caen estas menciones?

– Hay una utilización y un aprovechamiento de la figura de Raúl Alfonsín. Si hay un líder ecuménico en la Argentina respecto del papel que cumplió, sobre todo en materias de libertad y derechos humanos, es Alfonsín. Lo rechazo porque está absolutamente distante como liderazgo.

– Tu frase de campaña “yo ya gané” quedó instalada. ¿Es una reivindicación de mantener principios? ¿Podría ser necesaria una mayor dosis de pragmatismo?

– No gano elecciones, pero mis publicistas fueron siempre buenos. Me había pasado antes con lo de “Argen y Tina”. Por supuesto que el “yo ya gané” era una reivindicación de principios. No puedo sacar votos como los demás, pero duermo tranquila todas las noches. Pero sí, hace falta una dosis mayor de pragmatismo. A esta altura de mi vida, después de tantos años, puedo hacer un acuerdo electoral y no pierdo mi esencia ni mis principios. La gente tiene claro que no me voy a quedar con nada que no me corresponde. Además de pragmatismo y realismo es necesario que haya menos soberbia. Cuando te parás en ese lugar de soledad, como estaba yo en definitiva, ya que mi coalición era pequeña, también hay un poco de soberbia. Nosotros somos los buenos y los demás no. Uno no puede estar en un pedestal que lo aleje del resto. El pragmatismo, sin perder los valores, es el que nos permite asumir una posición más cerca de lo que es la gestión, la transformación de la política. Si no somos capaces de llevar a cabo una gestión de gobierno, si no peleamos por el poder para gestionar y transformar, tampoco sirve.

– ¿Esa fue la búsqueda que hiciste en 2017 al acercarte a Sergio Massa? ¿Cómo ves esa alianza hoy, al ver el lugar que ocupa Massa?

– No me arrepiento de ese acuerdo. Tenía esa dosis de pragmatismo, pero no entregué los valores ni las ideas. Cuando hicimos ese acuerdo no pensábamos con Massa igual en todos los temas. Pero las coaliciones se hacen así, con partidos políticos que sostienen programas distintos. Te unís en la firma de un compromiso con un programa político. Eso fue lo que obtuvimos: era un programa legislativo porque era una elección legislativa.

Nuestro acuerdo había sido para 2017, En 2019 cada uno tenía la libertad de estar donde estuviera. Él decidió, le fue muy bien en el lugar en el que estuvo porque termina siendo una pata central para que el peronismo gane la elección. Yo no cuestiono su decisión. No la comparto, estoy en otro lugar. Pero consiguió lo que buscaba.

– Hoy parece que entre el Frente de Todos y Juntos por el Cambio concentran buena parte de la oferta electoral. ¿Hay espacio para terceras alternativas o serían testimoniales?

– Lamentablemente estamos inmersos en esta grieta desde hace muchos años. No veo hoy que eso se pueda ir aflojando. Cada vez queda más en evidencia una sociedad que descree de la política. La gente percibe que los políticos no atienden la agenda de prioridades de la ciudadanía. Este agotamiento tal vez pueda dejar un espacio para una tercera alternativa.

– Has contado que dialogás con dirigentes de Juntos por el Cambio. ¿Es posible pensar en un acercamiento?

– Yo he hablado siempre con gente de Juntos por el Cambio, incluso cuando estaba enfrentada con ellos o competíamos. Reivindico el diálogo, lo he practicado siempre. Lo que no me parece bien es cuando la conversación tiene como única finalidad lo electoral. Puedo discutir con ellos, pero me interesa hablar de la construcción de un proyecto político, una alternativa, un proyecto de país. Y no solo ver si uno hace una coalición o no. Después por eso los gobiernos fracasan: no se preparan y no se hacen coaliciones para gobernar, solo para ganar. A mí me interesa discutir qué proyecto se va a llevar adelante. Más que en la elección de este año, me interesa pensar en construir una alternativa para la Argentina dentro de dos años. Quiero participar en un gobierno en 2023. Pero llegar para transformar la Argentina, no ver si sacás 10 diputados más o menos.

– Así como dialogás con dirigentes de Juntos por el Cambio también has criticado mucho a Mauricio Macri. ¿Para tu acercamiento, la traba puede ser un nombre propio?

– No, nunca lo hago con un nombre propio. Los límites son programáticos y éticos, no de personas. Pero presido un partido pequeño, no estamos en las mejores condiciones electorales. No me siento con autoridad desde mi partido a cuestionar quiénes tienen que ser los líderes de una coalición que ha gobernado, que es muy potente, como Cambiemos. Ellos decidirán quiénes son. Sí desde luego que la discusión que ellos tienen es la que a mí me importa. Para ir al grano. Veo que en Juntos por el Cambio hay una tensión importante. Algunos piensan en construir una alternativa política distinta, más abierta, amplia, socialdemócrata. Esto lo expresó (Martín) Lousteau y yo me identifico más con eso. Otros sectores están más preocupados por los votos que les saca (Javier) Milei. Yo ahí tengo menos que ver. Entonces, en cómo Juntos por el Cambio defina esa tensión es lo que va a hacer que pueda conversar con ellos en otros términos o no.

– Más allá de esas diferencias, hay consenso dentro de Juntos por el Cambio en ampliar la coalición. ¿Es posible, desde tu punto de vista, que se expanda hacia ambos sectores? Es decir, una gran coalición en la que esté el GEN, el socialismo santafesino y también sectores libertarios.

– No sé si eso pensado para la elección de este año. En 2023 tal vez pueda haber alguna posibilidad. No me parece fácil de todos modos.

– ¿Aspirás a postularte este año?

– Aún no estamos pensando en términos electorales este año. No tengo interés personal en un cargo. También sé que tengo una responsabilidad: presido un partido político donde el nivel de conocimiento de nuestros dirigentes no es muy alto. Entonces tal vez tengo que estar, pero no es lo que busco. Sí me interesa es sentirme parte de un proyecto que aspire a gobernar en 2023. Creo que hay que discutir 2021 pero mirando 2023. El progresismo ha perdido incidencia en el debate público y tiene poca representación en el Congreso. Para mí no es indiferente lo que pase en el país y cuál sea el proyecto de la oposición. Hoy formo parte de este colectivo amplio que es la oposición. Entonces no me es indiferente cuál va a ser el proyecto de la oposición para competir en 2023. Lo que quiero es discutir eso y formar parte de ese proyecto, no ver si tengo una banca.

– Pero en esta búsqueda de que el progresismo tenga un mayor lugar parece difícil que lo puedan lograr solos. ¿Esa construcción debería ser más amplia?

– Por supuesto. Ahí vendrá esa discusión con esa dosis de pragmatismo que decíamos antes. No podés estar en el debate público si no estás en el Parlamento. Sobre todo porque van a ser dos años clave. Tener una voz para el progresismo es sin dudas muy importante. 

Fuente: Economia y Politica

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