Hay plan, pero es inflacionario

El Gobierno perdió las elecciones del año pasado lo que llevó a la ruptura entre Alberto Fernández y Cristina Kirchner, pero no a un cambio de rumbo.

Ambos insisten con el modelo K que el año próximo cumplirá dos décadas.­

¿En qué consiste ese modelo? En el intercambio de votos por dinero bajo la forma de planes, bonos, subsidios al transporte y la energía, jubilaciones sin aportes, etcétera, que liquidaron en primer lugar los “superavits gemelos” heredados del ajuste sin anestesia de 2002, después las reservas, después el crédito y ahora están demoliendo lo que queda de la moneda. El despilfarro se complementa con una presión impositiva creciente y una emisión fuera de toda racionalidad.­

Esta estrategia ha estancado la economía y aumentado la pobreza, pero le permitió al kirchnerismo ganar cuatro elecciones presidenciales en 20 años. Una, con el 54% de los votos. Perdió en 2015, pero volvió al poder en 2019 prometiendo mantener el modelo populista deficitario ¿por qué, entonces, habría de cambiarlo?­

El problema es que hoy ya resulta insostenible porque no quedan activos para quemar. Pero como está a la vista, el Gobierno no tiene otro plan.­

Sigue gastando muy por encima de lo que recauda y si bien evitó el default con el FMI, aceptando nominalmente un plan de ajuste, continúan los bonos y el aumento del dinero distribuido a través de las organizaciones piqueteras que hicieron volar por el aire una paz cambiaria efímera. Ayer, el dólar superó los $ 212.­

El aumento de la presión impositiva tampoco es prolongable indefinidamente. Más allá del relato sobre redistribución y solidaridad, es un hecho que con una economía que no crece y en la que se desalienta la inversión, no hay aumento impositivo que alcance por confiscatorio que sea. Las protestas de los chacareros son un fenómeno de superficie. El problema para el Gobierno es que no importa cuánto suba las retenciones, ni cuánto se enojen los productores: con este nivel de gasto, ninguna alícuota de retenciones será suficiente.­

Por eso persiste en recaudar un “impuesto” que le permite aumentar la recaudación sin aumentar las alícuotas y que le evita conflictos sectoriales: el inflacionario. Por eso no hay plan para detener el deterioro del peso que este año rondará entre el 60 y el 80%. Pero la ausencia de conflictos sectoriales no evita dos consecuencias del desborde inflacionario: el riesgo de una hiper y el daño electoral para el oficialismo.­Y fue en este punto en el que los caminos del Presidente y la vice se separaron. Mientras la segunda planea volver al 20% de votos que le aseguren los cargos para manejar parte de la botonera del Estado, el Presidente sólo piensa en llegar al final de su mandato. La vice quiere pasar de su actual papel de opositora/oficialista al de opositora “tout court”. El Presidente, a que el modelo K soporte un año y medio más sin incendiarse. Por eso el inmovilismo, por eso la falta de un plan de estabilización. Fernández no está perdido, está aguantando.

Sergio Crivelli

 @CrivelliSergio

Deja un comentario

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.